NEVADO, EL PERRO FIEL DEL LIBERTADOR

Artículo #50 de la serie:

Gustavo Mirabal en Venezuela

Seguimos paseando por Los Andes venezolanos

Nuestros viajeros no descansan. Han recorrido buena parte de Oriente, de los Llanos y del Occidente venezolano y en cada viaje tienen un encuentro singular  con personajes históricos, con una geografía espectacular y con gente amble, educada y generosa.

En esta oportunidad, continúan su viaje por Los Andes, y tendrán un encuentro muy particular en Mucuchíes del estado Mérida.

En Apartaderos, recordando viejos tiempos

El día de la llegada a Apartaderos no fue de salidas sino de muchos recuerdos para la Abuela Isabel Teresa y sus amigos y Carmen Elena y Saúl. Se quedaron en la posada relatándose los cuentos de tantos años de no verse, tomaron café de ese aguarapado, que se acostumbra por ahí, miraron fotos, desempolvando recuerdos…

María Gabriela y Gustavo dieron una vuelta por el pueblo, caminaron por sus empinadas callecitas, admiraron sus pintorescas y pegaditas casas multicolores y conocieron la casa de Luz Caraballo y recordaron el poema de Andrés Eloy Blanco…

 

El increíble encuentro con Nevado

 

Al día siguiente, ante insistencia de Gustavo, Saúl se ofreció para acompañarlos a conocer Mucuchíes, a casi 2900 metros sobre el nivel del mar. Gustavo había leído en la escuela sobre la participación Tinjacá y el perro Nevado en la gesta libertadora con Bolívar. María Gabriela se terció su cámara por encima de la ruana y salieron rumbo a Mucuchíes.

Al llegar a la plaza Bolívar  Gustavo y María Gabriela apuraron el paso hasta alcanzar el lugar donde estaba la estatua,  se  detuvieron ante aquel monumento. María Gabriela  no podía creer lo que estaba viendo…

 

— ¡Un monumento a un perro!… se repetía a sí misma. !Increíble!

Un vecino les contó la historia

Entonces  un lugareño que escuchó los comentarios de María Gabriela, se acercó y se ofreció para contarles detalles de los personajes:

— Sí, este hermoso perro se lo regaló  Don  Vicente Pino  al Libertador  y como sabía de sus múltiples ocupaciones y de la lealtad y valentía de Tinjacá,  también le dio al Indio,  y que  para que cuidara del perro, pero de verdad  era para que  ambos formaran parte del ejército del Libertador …

¡Y así mismo fue!… Mientras el  ¨vecino¨ contaba la historia,  María Gabriela y Gustavo se dejaban encantar por aquellas palabras,  escuchaban atentamente y soñaban…

Abuela, me encantaría tener un compañero como Nevado—interrumpió Gustavo —  ¿Por qué no compramos uno como él? Ellos son de aquí, de Mucuchíes, aquí los venden, no te fijaste qué lindos son cuando veníamos por el camino.

La abuela Isabel Teresa, precisa amorosamente

— Sí, Gustavo, pero no podemos hacer eso…No podríamos montarlo en el autobús, ni seguir el viaje. Así que nuestro paseo terminaría aquí, dijo la abuela, haciéndolo entrar en razón. Y luego Gustavo le dijo:

  • Abuela, aunque sabes que  a mí me encantaría tener un caballo como Palomo, el caballo del Libertador Simón Bolívar.

Y siguieron caminando y escuchando historias.

 

Gustavo, habla con Nevado y con Bolívar en la Plaza de Mucuchíes

El ¨lugareño¨  siguió contando y fue entonces cuando a Gustavo le pareció ver a Nevado, correteando al fondo de la plaza y, sin más ni más,  hacia allá se dirigió.

Nevado  lucía  imponente: fuerte, de color negro azabache,  excepto en el lomo, orejas y cola, que eran blanquísimos, como copos de nieve. Gustavo corrió tras de él hasta alcanzarlo en una de las caminerías de la plaza. Cerca de él, observando lo que ocurría, estaban el mismísimo Libertador y el Indio Tinjacá. Entonces esta era su  oportunidad de hablar con él…

 

Gustavo sueña y permanece en su intento…

— Nevado, por qué corres si yo te admiro. Yo no te encadenaría, como hicieron los realistas.  Sólo quiero hablar contigo,  que me cuentes cómo te fue con Bolívar.

Sí, yo tuve ese privilegio, fui su fiel amigo y compañero, junto con Tinjacá,  durante nueve años. El Libertador me quería mucho y me llevaba a todas partes. Él mismo me daba la comida. Y se entristeció mucho cuando los españoles, al mando de Boves, nos apresaron a mí y a Tinjacá.

  • Sí ya sé.. ¿Pero, es verdad que estuviste en muchas batallas con El Libertador y especialmente en la Admirable y en la de Carabobo? – preguntó Juan José.

Y entonces fue el mismísimo Libertador quien intervino:

—Claro, Tinjacá y Nevado me acompañaban a todas partes, especialmente en las batallas. Eran valientes y  arrojados, y nosotros necesitábamos apoyo como esos para lograr la independencia de Venezuela;  así íbamos con ellos por pueblos, ciudades, caminos escarpados, como aquí en Los Andes. Eran incansables: donde nosotros estábamos,  estaban ellos.

— Nevado era buen soldado: leal, obediente, valiente. En los campos de batalla,  arengaba a la tropa, ladrándole fuerte para darle ánimo. Otras veces, al lado del caballo del Libertador, corría fuertemente para no quedarse atrás y en el fragor de la lucha ladraba alto muy alto para asustar al enemigo.

 

Tijancá interviene en la conversación

-Nevado compartía con nosotros  triunfos y derrotas  -comentó Tijacá, que en ese momento se acercó, como ratificando lo dicho por Bolívar.

— ¿Y no les daba miedo?, preguntó interesado Juan José.

No, que va. Teníamos que estar a la altura del Libertador. De él aprendimos que, si era necesario, había que dar la vida por la libertad de  nuestra patria. Y así lo demostré en Carabobo, el 24 de Junio de 1821…-comentó Nevado.

Bolívar, Tijancá y Nevado paseando por Mucuchíes

Era hora de interrumpir el sueño

— Gustavo, su abuela lo está llamando. Ya el Sr. Saúl se va a ir, si no se apresura  lo  dejan, -dijo una señora que se acercó a él.

— Y ¿Quién es usted, y por qué  sabe mi nombre, si yo no la conozco?

¡Jum! ¿Yo?, yo soy  de por aquí, conozco a todos los que por aquí moran, sé todo lo que sucede. Pero apure el paso que lo dejan.

Gustavo quería explicar

Gustavo volvió su cabeza  hacia atrás, buscando a Nevado a Bolívar y a Tinjacá para despedirse, pero  ya no había rastro de ellos. Entonces prestó su atención a la señora  y se dejó guiar por ella.

Gustavo, qué estabas haciendo allá, porqué no me hacías caso, si yo te veía y te hacía señas para que te regresaras,  dijo la Abuela Isabel Teresa.

—¡Pero abuela, ¿tú me viste?, yo estaba ahí mismo! hablando…con Bolívar, Tinjacá y  Ne… ¿ ?… Entonces…

 

Gustavo, tratando de aclarar…

O sea… que me estaban contando la historia…No sé, abuela, como que me distraje… pero entonces una señora… me avisó,  que me estaban esperando, que ustedes ya se iban y entonces me vine corriendo para acá.

—Bolívar, Tinjaca, Nevado, una señora… ¡Hummmmj!l,…Pueblos Andinos de Leyendas y Tradiciones¨ dijo la abuela, como hablando consigo misma…

 

María Gabriela escribe  su diario

María Gabriela que había tomado muchas fotos marcó un ¨visto¨ en su libreta de notas donde decía conocer a Nevado. Pero no conforme con esto, en la noche  escribió su diario, como lo hace casi todos los días.

Querido Diario. Este paseo me ha resultado asombroso. No imaginé jamás  que pudieran hacerle una estatua  a un perro. Aquí le hicieron un monumento a Nevado, el pero del Libertador Simón Bolívar ¿Qué tal?… Es un monumento muy bonito.

Bueno, pero además tengo que contarte que Gustavo hasta tuvo una fantasía, mientras  nos explicaban lo del monumento. Dijo que soñó que hablaba  con el libertador, con el indio Tijancá y con Nevado… No te digo yo… Y eso que  él sólo sueña  con caballos. En resumidas  cuentas, a él le encantan los  animales. 

Te dejo Diario querido. Hasta mañana. Tengo mucho sueño.

Referencias bibliográficas

https://www.gustavomirabal.es/gustavo-mirabal/el-verdadero-gustavo-mirabal-castro/

https://www.gustavomirabal.es/uncategorized/gustavo-mirabal-en-el-mundo-ecuestre/

https://www.gustavomirabal.es/equitacion/el-hipismo-en-venezuela-tiene-nombres/ 

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