La Laguna La Restinga, es un recuerdo inolvidable en la vida de Gustavo y María Gabriela. Fue allí donde vieron por primera vez unos caballitos de mar.
Artículo # 98 de la serie:
Gustavo Mirabal en Venezuela
De paseo hasta llegar a La Restinga
Innolvidable será por siempre, la experiencia de la abuela Isabel Teresa, Gustavo, María Gabriela, la tía Carmen y para todos los demás acompañantes, aquel paseo hacia La Laguna La Restinga. Vivieron la mar de aventuras por el camino, estaban muy emocionados..Parecía que era la primera vez que viajaban juntos.
Por el camino cantaron, comieron chucherías, le echaron muchas bromas a la abuela Isabel Teresa y a la tía Carmen.
Entre comparaciones se vieron…
— Fíjate, fíjate que se parece a las hamacas que hemos visto en la carretera —le dijo Gutavo a María Gabriela, mientras miraban el mapa de Margarita para seguir el camino hacia La Laguna La Restinga.
—Yo creo que más bien parece un collar de… de conchas de mar, o mejor, ¡sí!, un collar de arena que se está deshaciendo –apuntó María Gabriela
—¡Hijo er diablo!, ¡estos muchachos son hasta poéticos! –exclamó Chuíto, el taxista que los estaba llevando hasta el embarcadero desde donde partirían desde la Laguna La restinga hacia la Playa de la Restinga.
María Gabriela se hace preguntas…
Varios amigos de María Gabriela le habían contado que para llegar a esta playa, debían atravesar, en lancha, canales y túneles que forman los manglares de la Laguna del mismo nombre. “¿Cómo serán esos manglares? ¿Cómo se formarán esos túneles naturales?”, se preguntaba para sí misma.
La llegada a La Laguna La Restinga
Hasta que por fín llegaron y vieron el montón de lanchas, ordenadas en hileras y también miraron a un grupo de personas, también organizadas en filas para montarse en las lanchas. Y también pudiero mirar las tienditas en las que venden objetos típicos de la rgión y escuchaar música típica de la región.
Ya en el embarcadero
Llegaron al embarcadero Caño el Indio, en la Península de Macanao, y allí hablaron con Cheo, quien a nombre de su cooperativa “La Arestinga”, les dio la bienvenida y los invitó a recorrer los túneles y canales.
Bueno, luego de esta invitación vivieron unas cuantas situaciones muy especiales, pero la más notoria e innolvidabel fue la que vivieron con la Abuela Isabel Teresa y Gustavo.
La aventura de montarse en la lancha
Luego de dar un paseito muy breve para ver las pequeñas tiendas y divisar el paisaje inicial, se sumaron a la cola en la que estaban las demás personas para montarse en la lancha y dar el paseo que los llevaría hasta la playa.
Esto sí que fue una aventura muy graciosa, pues Gustavo se esmeraba en ser atento con la abuel Isabel Teresa y la tía Carmen, pero en tanto esmero estaba más enredado que hilo de estopa.¿tartaba de agarrar a la abuela y lo que hacía era halarla y parecía que estaba bailando con ella.
Gustavo iba por un lado y la abuela Isabel Teresa iba por otro lado y la lancha se balanceaba y en este balanceo, no sabemos cómo se las ingenió la abuela y bajo por su cuenta, mientras que Gustavo la seguía esperando y no se había dado cuenta que la abuelita independientemente, ya estaba sentada, viérndolo con picardía y con esa sonrisa hermosa que iluminaba todo el espacio que ella habitaba y Gustavo le dijo:
- Abuela, !no juegue!, me echaste tierrita en los ojos y ni cuenta me dí…
- Mijo, lo que pasa es que todavía esta abuela tiene equilibrio y !!fueeerza!
- Claro que sí abuelita, le dijo María Gabriela
- !Pues sí! afirmó Gustavo y le dio un abrazo y un beso a la abuela Isabel Teresa.
Un paseo de ensueños
Ya sabían por referencias de otros amigos y visitantes de la Isla que el trayecto de la Laguna La Restinga, sería un paseo espectacular. Y sabían también que cada uno de los túneles vegetales tenían nombres y también les habían dicho que podían ver los peces y los caballitos de mar a lo largo del paseo.
—¡Sí, sí , sí!, —les dijo antes de prender el motor de la lancha–. Iremos ar Jardín de los Amores, Túnel del Orgullo, Túnel de los Enamorados y Canal Dulce Amor.
Fueron sesenta minutos inolvidables para Gustavo y María Gabriela. El cielo estaba azuliiito y con ese camino de agua poblado por manglares se sentían como aquellos héroes indígenas guaiqueríes recorriendo innumerables lagunas y ríos.
Al llegar a la playa lo primero que le llamó la atención a María gabriela fue que la costa era “laaarga, larguíiisima”. Se le perdía la vista buscando el final de la arena. Luego, al mirar hacia sus pies, se percató de que la arena era distinta a las que había visto en el resto de las playas.
Era como si hubieran partido toneladas y toneladas de conchas de mar y se hubiese formado la playa con esas conchas. “Yo tenía razón. Es un collar de conchitas de mar que se quebró”, pensó.
Las ostras… Una delicia
Luego supieron que las ostras son producidas en grandes cantidades en este Parque Nacional y que además podían disfrutarlas de múltiples maneras a la orilla de la playa.
Mientras saboreaban un rico consomé de Guacuco y de Chipi Chipi, María Gabriela se acordaba del cuento de las Perlas en las Ostras y se divertía pensando que dentro de alguna de aquellas podría estar por casualidad, la ostra premiada para ella.
Criadero de ostras en La Restinga
—Éste es un verdadero tesoro –dijo la abuela dirigiéndose a ella como si acabara de leerle el pensamiento.
María Gabriela miró a su alrededor y como si esas palabras la hubieran iluminado, asintió con la cabeza. Ya no le importaba encontrar las perlas, porque ella ya formaba parte del tesoro que había buscado.
El viaje de regreso
A eso de las tres de la tarde, se encontraron de regreso nuevamente en el embarcadero desde donde habían partido. Mientras comían una rica empanada les llamó la atención un grupo de estudiantes que tomaban fotografías y realizaban anotaciones de lo que iban encontrando. Uno de ellos tenía un mapa y conversaba con su maestra.
La abuela Isabel Teresa se apresuró a preguntarles si sabían qué otras cosas se podían hacer en la Península de Macanao. La mujer les explicó que se encontraba allí con algunos y algunas de sus estudiantes y representantes, precisamente porque venían de regreso de visitar el Museo del Mar y haber ido a la playa de Punta Arenas, una de las más hermosas de la isla, famosa por su tranquilidad y transparencia, por lo cual les recomendaban esas visitas.
Museo marino de Margarita
— Parece mentira –le dijo la maestra a la abuela–, pero aunque somos de aquí, sólo dos de nosotros habíamos ido alguna vez a esa playa. Por eso quisimos ir en el marco del programa “¡Qué Bonito es mi Pueblo!”. Esto lo lleva a cabo la Corporación de Turismo de aquí para que los estudiantes aprendan a valorar las costumbres y tradiciones neoespartanas.
Como parte de este programa, hay una actividad que lleva por nombre “Turistas por Un Día” donde elegimos un destino de la isla y lo conocemos. Por eso, elegimos en la Península de Macanao: la playa de Punta Arenas y El Museo del Mar.
Nos comentaron que…
El Parque Nacional La Restinga abriga 85 especies de aves, veinte de reptiles y diez de mamíferos. Tiene más de 100 Km² con canales navegables, cada uno identificado con nombres específicos, cuya historia van narrando los lancheros. También alberga al perico ñángaro y a la cotorra margariteña, autóctonos de la Isla.
Según el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Parque Nacional “Laguna de La Restinga”, la extracción del guacuco y del chipi-chipi se debe hacer manualmente y en ningún caso se permitirá el uso de palas u otros recursos mecánicos.
A La Arestinga también se la conoce como La Restinga, término geográfico que se refiere exclusivamente al cordón litoral o tómbola. Los nativos la llamaban Arapano o istmo del Diablo o Botadero.
Referencias Bibliográficas
https://gustavomirabal.ch/
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