María Gabriela Mirabal Castro y Gustavo Mirabal Castro en Choroní
Artículo #41 de la serie:
Gustavo Mirabal en Venezuela
María Gabriela Mirabal Castro y Gustavo Mirabal Castro en Choroní en una sola mirada
Gustavo Mirabal Castro, María Gabriela Gabriela Mirabal Castro y la abuela Isabel teresa continúan viajando por todo el país. En este momento retoman su viaje por la costa del estado Aragua.
Para realizarlo esta vez conjuntamente con otros turistas, tomaron una lancha desde el muelle de La Boca en Ocumare de La costa, hasta Choroní. Todos juntos y en una sola mirada apreciaron las bellezas de la costa del estado Aragua.
¡Ups! María Gabriela Mirabal Castro y Gustavo Mirabal Castro en Choroní ven delfines !
Luego de tomar la lancha estaban todos de los más entretenidos, cuando de pronto el señor que la conducía , bajó la velocidad y les pidió que hicieran silencio y les dijo que hicieran silencio, que les quería dar una sorpresa. Lo que la verdad sea dicha, como que no les hizo mucha gracia y hasta se asustaron…
Pero en cuestión de unos tres minutos, escucharon un sonido que no sabían distinguir, parecían como varios pajaritos hablando, más que cantando… O parecían como unos monos chillando. ¡Vaya usted a saber!…
De pronto, para sorpresa de todos, pudieron divisar y escuchar por lo menos a una media docena de delfines que emergieron de las aguas del mar, con esa belleza grisácea y ese espíritu danzarín que transmite tanta alegría.
Los delfines vistos por los viajeros desde la lancha
¡Qué bellos! Comentaban todos los viajeros mientras los veían. Esta era la hermosa sorpresa que les deba el conductor de la lancha, al parecer con mucho conocimiento y experiencia en estas lides. Sabía que en cualquier momento aparecerían los delfines.
Los delfines fotografiados por Gustavo Mirabal Castro y María Gabriela Mirabal Castro
Entonces, llegaron a Choroní
Llegaron a Choroní, al reconocido pueblo de Puerto Colombia. Allí divisaban a Playa Grande. Comentaron que es una playa hermosa, de oleaje moderado y bordeada por palmeras. Desde allí se fueron hacia el pueblo.
Los pescadores tejen las redes en la orilla del mar
A penas llegaron, les llamó particularmente la atención la cantidad de pescadores sentados a la orilla de la playa tejiendo sus redes. Algunos hacían nuevas redes, otros, las reparaban, con sumo cuidado y dedicación y mientras tejían contaban y recordaban historias entre ellos.
Una santa que nació en Choroní
Otro dato importante de Choroní es que aquí nació la Madre María de San José. ¿Ven esa casona grande que está frente a la plaza? Es la casa donde ella nació. Ahora es una especie de santuario y de museo al mismo tiempo.
-Ya entiendo. Aquí nació la monjita que visitamos en el santuario de Maracay- comentó María Gabriela Mirabal Castro y siguió hablando y hablando que es lo que más le gusta hacer.
Pensando, hablando y soñando, escuchando el sonido del río…
Así continuó María Gabriela con sus pensamientos, la abuela Isabel teresa con su conversación y Gustavo con sus anotaciones, mientras caminaban hacia la posada donde se quedarían. En el silencio de la noche, los tres podían escuchar los sonidos y la fuerza del río, que pasaba detrás de la casa.
La fiesta de Santa Clara
Qué suerte tienen nuestros viajeros; coincidieron con la celebración de las fiestas patronales del pueblo de Choroní, la celebración en honor a Santa Clara de Asís. En la mañana fueron a la misa y conocieron la iglesia que estaba preciosa, llena de flores, y la virgen estaba iluminada. Asistió mucha gente. Luego hubo muchas actividades para los niños y niñas, y en la tarde comenzaron los golpes de tambor. Asistió gente de los pueblos cercanos para celebrar en grande.
El viaje de regreso
No se imaginan la de peripecias que todavía les tocó vivir a nuestros queridos viajeros. Al día siguiente después de la celebración de Santa Clara, la Abuela Isabel Teresa, Gustavo Mirabal Castro y María Gabriela Mirabal Castro emprendieron el viaje de regreso a Maracay.
Por el camino iban hablando de toda la experiencia, Gustavo comentaba que en esta visita a Choroní no habían montado los caballos de Don Simón, pero aún así consideraba que la experiencia había sido extraordinaria también. Había llovido mucho y como suele ocurrir en la carretera de Choroní hacia Maracay, se producen algunos deslizamientos de tierra. Había pequeños derrumbes, pero con la precaución de la mayoría de los choferes, lo carros podían pasar. Pero, ¡oh! Sorpresa!, llegó un momento en el que se encontraron unas piedras enormes atravesadas y aquí se hizo imposible avanzar.
Intercambio de vehículos
En medio de la sorpresa, la angustia y la confusión de los viajeros que iban de regreso de Choroní hacia Maracay y los que iban rumbo a Choroní, no hallaban qué hacer… Bueno, no les quedó más remedio que esperar hasta que aparecieran las máquinas que removerían las piedras, como ocurre siempre.
La abuela Isabel Teresa, Gustavo Mirabal Castro, y María Gabriela Mirabal Castro se quedaron “boqui abiertos” cuando se dieron cuenta que dos jóvenes choferes intercambiaron las llaves de sus respectivos carros y con las mismas se cambiaron de lugar y públicamente fijaron la hora del encuentro al día siguiente en la ciudad de Maracay, 11 de la mañana, en un restorancito que quedaba frente a La Maestranza de Maracay.
La confianza, un valor de significativa trascendencia
Esto se llama confianza en el otro. La verdad fue una situación que los dejó reflexionando a todos. ¡Qué maravilla cuando logras ponerte en lugar de la otra persona y puedes entender sus necesidades! En este caso ambos jóvenes tenían urgencia de llegar a Choroní y a Maracay respectivamente y sin conocerse siquiera, intercambiaron sus vehículos para resolver sus respectivas emergencias.
María Gabriela Mirabal Castro, ambos escribieron sobre este viaje
Uno de las comentarios de María Gabriela Mirabal Castro en su diario: “Debo decirte querido diario que unos muchachos intercambiaron sus carros cuando nos quedamos parados en la carretera y no sabíamos si nos iban a rescatar. ¿Qué tal? … Increíble, cerramos con broche de oro, como dice mi abuelito y también la abuela Isabel Teresa”
Gustavo en su libro de notas, se puso más filosófico: “Yo nunca había visto esto.
¡Qué nota! Bueno, la verdad es que me puso a pensar, me acordé que una vez un amigo me pidió mi álbum de la colección de barajitas de la hípica para ayudarme a completar y me dijo que yo podía hacer lo mismo con su colección y a mi d no me dio confianza y no lo acepté… De pronto hubiera sido bueno y ambos nos hubiéramos ayudado. Así es la vida…”
Referencias bibliográficas
https://www.gustavomirabal.es/gustavo-mirabal/el-verdadero-gustavo-mirabal-castro/
https://www.gustavomirabal.es/uncategorized/gustavo-mirabal-en-el-mundo-ecuestre/
https://www.gustavomirabal.es/equitacion/el-hipismo-en-venezuela-tiene-nombres/
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