Teníamos tiempo que no salíamos con nuestros viajeros favoritos. En esta oportunidad nos vamos a sumergir con ello, en las profundidades de una hermosa historia que nos habla de los ancestros del pueblo guayanés y de la grandeza de sus espacios naturales. Nos encontraremos con Amalivacá y la Roca Tepu Mereme.
Todo esto ocurre en Venezuela, en el estado Bolívar
Artículo# 123 de la serie:
Gustavo Mirabal en Venezuela
Motivando a contar la historia
La abuela Isabel Teresa, su nieta María Gabriela y su nieto Gustavo estaban de visita desde hace varios días en Ciudad Bolívar en la casa de la Señora Mercedes, amiga de la abuela Isabel teresa. Esa tarde, sentados todos bajo una frondosa mata, conversaban alegremente; el sol se había ocultado entre las nubes y un poco de sombra suavizaba el intenso calor, que vislumbraba la entrada de la noche. Habían recordado tantas cosas, pero la abuela Isabel Teresa, desde hace rato, esperaba el momento oportuno para decirle algo a Argelia. De pronto lo soltó:
-Mercedes ¿recuerdas el mito o cosmogonía de los Tamanacos sobre el diluvio y la creación del Orinoco por el dios Amalivacá? Me gustaría que lo narraras para que María Gabriela y Gustavo conocieran nuestros orígenes.
Entonces la abuela comenzó a narrar…
Pero antes de comenzar a contar, se produjo un profundo silencio, el que siempre se produce cuando se va a hablar de algo interesante, de algo que nos mueve y nos llama la atención.
La mujer se envolvió en un silencio respetuoso, como viendo en aquel pasado tan lejano, y le respondió:
-¡Claro, no faltaba más!
AMALIVACÁ Y LA ROCA TEPU MEREME
En un instante, comenzó el relato mítico:
-Hace muchas, muchas lunas, el gran río se puso muy bravo y sus aguas comenzaron a subir y se sintió un ruido cada vez más fuerte. La gente asustada, corrió a protegerse, porque el agua continuaba subiendo y comenzó a inundarlo todo.
Los animales buscaron su refugio en las cuevas y en las partes altas de los árboles y de los cerros. Un hombre y una mujer pudieron subir a la roca Tepu-Mereme, la más alta, y lograron salvarse, pues las aguas no llegaron a alcanzarlos. Estaban muy asustados y resignados a morir.
Pero su destino sería otro…
Esperaban con la vista perdida en aquel horizonte de destrucción y muerte.
De pronto, por encima de la corriente, montado en su canoa, un hombre alto y fuerte y con los ojos agudos y brillantes como la luz, llegó cerca de la roca Tepu-Mereme y pintó sobre ella al sol y a la luna. ¡Era Amalivacá!, el Padre de los Tamanacos, quien haciendo sonar una enorme piedra a manera de tambor les dijo al hombre y a la mujer:
-“He venido de un lugar que está más allá de la orilla y quiero que repueblen de nuevo la tierra”.
El hombre y la mujer, preguntaron a Amalivacá:
-¿De qué manera podemos multiplicarnos y formar de nuevo las aldeas como antes?….
La palmera del moriche es la vida misma
Amalivacá, con voz grave, pero gesto bondadoso, les dijo:
-“Tomen los frutos de la palmera moriche, que es la palmera de la vida, y vayan arrojándolos por encima de sus cabezas, hacia atrás”.
Así lo hicieron y vieron cómo de cada uno salía un hombre y una mujer que poblaron de nuevo las aldeas. Además, quiso Amalivacá que sus hijas, que eran muy traviesas, contribuyeran también a la creación de los Tamanacos, y para que no se fueran al bosque o a la montaña, les quebró las piernas. Esto favoreció el que se reunieran con los hombres nacidos de las semillas y formaran parte de la nueva generación.
María Gabriela y Gustavo preguntan con inquietud…
-¿Y luego qué hizo Amalivacá? –preguntó María Gabriela.
-Cumplida su misión -siguió contando la abuela Mercedes-, se retiró a sus regiones más allá del río, de donde nunca más regresó.
-¿Entonces, Amalivacá es como el papá de todos los hombres? -preguntó Gustavo.
-¡Claro! Amalivacá fue el Padre de las nuevas generaciones de los Tamanacos, el salvador del pueblo, de quien procedemos. Él logró con su sabiduría y grandes poderes calmar, retirar las aguas y organizar de nuevo el mundo.
-¡Qué mito más hermoso! –exclamó María gabriela.
-Muy hermoso, pero vamos adentro, que ya cae la noche.
Pero abuela, sigue contándonos otras historias, pedían los muchachos.
Pues sí, los nietos no se cansaban de escuchar cuentos y le pedían a las abuelas que continuaran contando. La verdad, es un oportunidad de oro, la que ellos han tenido. No todos los nietos tienen esta maravillosa experiencia de escuhar los cuentos de sus abuelas y además tan rflexivas, con tanta sabiduría… Y una vez dento de la casa continuaron contando historias y hablando de personajes lejendarios.
PETROGLIFOS: DIBUJO DE LOS DIOSES
Les decía la abuela Mercedes que los indígenas, con esa visión mágica del mundo y esa cercanía maravillosa a la naturaleza, dejaron en diferentes sitios del Estado Bolívar los petroglifos.
Inscripciones sobre piedra que esculpieron en rocas y cuevas hace miles de años. Hay quienes les consideran parte de antiguos altares o sitios sagrados que formaban parte de ritos mágicos.
¿QUÉ REPRESENTAN?…
Representan o sugieren a las personas que los ven: soles, serpientes, caminos, dioses, animales. Sin embargo, no puede establecerse con certeza el origen y significado de los petroglifos.
Caminando por las calles de Ciudad Bolívar, la abuela Isabel Teresa y sus nietos conversan animadamente acerca de las experiencias de su viaje.
-Abuela, la luna y el sol que dibujó el dios Amalivacá en la roca Tepu-Mereme, en el mito que nos contaron ¿es un petroglifo? -preguntó Gustavo.
-Sí, pero según cuentan hay muchos otros que pintaron los hijos y las hijas de Amalivacá en la piedra del Tigre, Piedra Tecota y Piedra Guarataro.
-También hay otros –agregó un señor que va muy cerca de ellos, en el camino al río-. Entre ellos recuerdo petroglifos en el río La Candelaria, en Hato La Culebra, río Esequibo, las Brisas.
En la cueva Caño Ore, en Guri, la Cueva del Elefante, en la casa de Piedra, en la Piedra del Caura, en el río Yuruari, en el Cerro del Tigre, y en los Cerros de Parguasa, en la confluencia de Sinaruco con el Orinoco y en muchos otros lugares.
-¿Usted los ha visto y tocado? -preguntó asombrada María Gabriela.
-Sí, muchas veces. Cuando me bañaba con mis amigos en algunos ríos de Bolívar, nos llamaban la atención estas piedras tan bonitas, casi siempre tratábamos de limpiarlas con agua para ver los dibujos.
Para nosotros era algo mágico y disfrutábamos tratando de imaginarnos las cosas que estaban pintadas allí. Por supuesto, no sabíamos que eran tan viejas e importantes, mucho menos que eran petroglifos.
-Bueno muchas gracias, nos gustó mucho todo lo que nos contó –dijo la abuela-, hasta luego, tenemos que seguir. ¡Vamos muchachos!
Gustavo y María Gabriela escriben sus nostas de viaje
- Vamos a indagar en equipo acerca de los petroglifos.
- Vamos a planificar con otras personas e instituciones del gobierno regional que puedan colaborar, una visita a algún lugar donde existan petroglifos.
- Vamos a buscar piedras y trataremos de copiar los dibujos de algunos petroglifos de los que hayan visto o encuentren en los libros, almanaques u otro medio, que les permitan complementar el informe de la investigación.
- Colocaremos un nombre a varios trabajos y los vamos a exponer en diferentes espacios para que la comunidad los observen. Que la gente a través de ellos, estudie sus significados.
Pero María Gabriela no puede dejar de escribir su diario…
Querido Dirio, estouy muy emocionada. Este viaje al estado Bolívar ha sido maravillloso, no sólo por sus paisajes. La gente aquí es encantadora. Conocimos a una amiga de la abuela Isabel Teresa que nos ha contado historias maravillosas sobre AMALIVACÁ Y LA ROCA TEPU MEREME. Qué historia tan bonita, parece Amalivacá es el padre del mundo y es de nuestra tierra venezolana. !Qué hermoso, querido Diario! Sbes qué?… Te voy a contar algunas ideas que me gustaría desarrollar con mis conpañeros y compañeras de clase:
- Que dramaticen los diferentes hechos ocurridos en el mito de AMALIVACÁ Y LA ROCA TEPU MEREME . Para ello deben preparar un escenario. Que no olviden elaborar una roca grande con papel y hacerle los dibujos que tiene la roca Tepu -Mereme.
- Que inviten a sus padres y compañeros y compañeras a observar la dramatización.
- Y también que pidan final pidan a las personas reflexionar acerca del Mito Amalivacá.
Gracias mi querido diario, por darme la oportunidad de organizar mis ideas. Hasta mañana. M.G.
Referencias Bibliográficas
https://gustavomirabal.ae/
https://gustavomirabal.ch/
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