EL CARRUSEL DE LOS CABALLITOS

 ¿Quién no ha conocido un carrusel de caballitos?…

 

Carrusel

 

Es difícil imaginar a alguna persona  que no haya visto en su vida  algún carrusel de caballitos, aunque  sea en fotografías. Es cierto que las cosas  han cambiado mucho y que los niños de hoy no juegan  con los mismos juguetes, ni juegan los mismos juegos de ayer.

Imaginar que esto siga siendo así estaría  totalmente  fuera de lugar. Pero es cierto que quienes tenemos un poco más de cuarenta y cincuenta  años, podemos tener recuerdos de esa especie de noria en la que alguna vez nos montamos para trotar por el mundo e imaginamos que galopábamos  sobre un brioso corcel.

Todavía vemos que en  muchos lugares del mundo, en las ferias  importantes  de los pueblos  o en ferias turísticas, aparecen los carruseles como atractivos para los niños, para su diversión y disfrute.

En los libros  sobre historias de juguete, siempre aparece una alusión al carrusel de los caballitos. Igualmente, en las colecciones de los expertos, lo grandes coleccionistas, siempre tienen en su haber algún carrusel.

 

Carrusel Marklin
Juguete carrusel Marklin, la empresa de juguetes a partir de 1911,
en la colección permanente del Museo de los Niños de Indianápolis.

 

Origen de la palabra carrusel

La palabra carrusel tiene sus orígenes en la lengua italiana “garosello”  y  en el  español “carosella” que significa pequeña batalla, usada por los cruzados para describir un ejercicio de entrenamiento para combate y un juego común entre los jinetes turcos y árabes hacia el 1100.

 

Su historia  navega en medio de dos fuentes diferentes

El origen de la palabra carrusel tiene relación con experiencias  distintas. Una de ellas tiene que ver  en principio con el ejercicio de la guerra y posteriormente, con el transcurso del tiempo y como ocurre con otras expresiones humanas que han marcado la historia del mundo,  esta expresión se relacionó con la experiencia lúdica.

El carrusel y la expresión militar

Se ha considerado que el primer carrusel,  aparece registrado en un bajo relieve del Imperio Bizantino, cuya fecha se ubica en el año 500 de nuestra era, que muestra un grupo de personas dentro de cestas suspendidas de un poste central.

En cierta forma puede ser considerado un mecanismo para el entrenamiento de la caballería, pues reforzaba la preparación de los jinetes para la batalla al atacar con espadas de madera a muñecos que representaban al enemigo.

Qué  descubrieron los cruzados

Dicen que los cruzados descubrieron este método y  posteriormente llevaron la idea a sus señores y reyes en Europa.

Por un tiempo,  el carrusel se mantuvo en secreto dentro de los castillos, siendo usado para el entrenamiento de los jinetes; los carruseles no eran mostrados al público en general.

En la cultura turca y árabe

Cuentan los entendidos  en la materia que para la caballería turca y árabe, se construyó un carrusel cerca del año 1680 como aparato de entrenamiento mediante el proveedor de anillos.

Consistía de caballos de madera suspendidos de vigas soportadas por una columna central. Los jinetes apuntaban con lanzas, tratando de ensartar anillos ubicados alrededor del círculo que daba vueltas, movido por hombres, caballos o mulas.

Con el tiempo el carrusel pasó a Francia en la diversión

Con el pasar de los años se construyeron unos pequeños carruseles que fueron instalados en los jardines privados de los palacios reales.

Por esa época en Francia, se armó un gran aparato que fue colocado en París en Le Place du Carrousel.

Se creó junto con un torneo de caballería muy lleno de galantería, que consistía en “combatientes” que se lanzaban unos a otros, bolas de yeso rellenas de perfume, por lo que aquellos que eran alcanzados despedirían olor por varios días.

Una etapa interesante del carrusel fue la del proveedor de anillos, con el que los jinetes en los caballos tratarían de ensartar anillos suspendidos, a toda marcha

  

La plaza del Carrusel
Le Place du Carrousel, París

 

El carrusel durante el siglo XIX en Europa

Con el transcurrir de los años y con el  desarrollo de la unión de los artesanos y la  liberación de los oficios en Europa, a principios del siglo XIX se estaban construyendo diferentes tipos de carruseles y se desarrollaron en distintas ferias y otras reuniones en la Europa Central y en Inglaterra.

Ejemplo de esto en 1837, lo tenemos en el fabricante de carros, Michael Dentzel, quien convirtió su negocio de fabricación de vagones en lo que es ahora la Alemania del sur, en una empresa de fabricación de carruseles.

Los caballitos y otros animales y mecanismos se podían fabricar en los meses de invierno y su familia y trabajadores podían recorrer rutas en su tren de vagones por la región, trabajando su gran carrusel en distintos lugares.

Cómo se desarrolló el carrusel a mitad  del siglo XIX

Hacia la mitad del siglo XIX, se posicionó el carrusel de plataforma, para reducir los riesgos a los niños, donde los animales y las carrozas se movían en círculo sobre una plataforma circular suspendida del eje o poste central; se empezaron a construir con propulsión de vapor.

Progresivamente, con los avances de la revolución industrial se comenzaron a desarrollar mecanismos, con engranajes, a fin de dar a los postes del cual colgaban los animales (caballos, por lo general) el típico movimiento de sube y baja, al desplazarse alrededor del poste central.

A todo esto le fueron incorporando musicalidad. Era común tener órganos u otros instrumentos musicales automáticos y pronto aparecieron los motores eléctricos y las luces que dieron a los carruseles su estilo clásico ebanista danés. Ese estilo que  aún perdura.

Dicen que todavía se conserva uno de los carruseles más antiguos. Éste  está en Praga.

 

De dónde viene El Tiovivo

Cuentan los investigadores  que en el siglo XIX hubo en Madrid un carrusel regentado por Esteban Fernández.

Según algunos  historiadores como Marco y Peter Besas, era un carrusel modesto, con cuatro caballitos, y se situaba en el paseo de las Delicias. Entonces, todavía no se llamaba Tiovivo.

La historia del Tiovivo es muy singular pues tiene que ver con la supuesta muerte de Esteban Fernández, quien era un hombre bonachón, muy querido en la comunidad por el bien que aportaba con su carrusel.

Cuentan que en el verano de de 1834, en plena epidemia de cólera que asolaba la ciudad, el Tío Esteban enfermó y los niños se encontraron con el carrusel cerrado. La noticia  se propagó por todo el vecindario, entristeciendo a chicos y grandes. Todos pensaban que el tío Esteban había muerto.

 

Pero el Tío Esteban no murió, estaba vivo

Como era de esperar, por razones sanitarias había  que incinerar los restos mortales del Tío Esteban, no se podía correr el riesgo de profundizar  la epidemia.

Los restos mortales de Esteban Fernández se transportaban inmediatamente al cementerio para ser incinerados y evitar contagios.

Pues sucedió que cuando el cortejo fúnebre pasaba delante del carrusel uno de los porteadores del féretro se detuvo. Del interior  del ataúd,  vio emerger una mano pálida que a duras penas apartó la mortaja que lo cubría.

Entonces se escuchó una voz desde el ataúd que gritaba con voz clara y nítida, aunque muy bajita:

¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo!

Los porteadores, asustados, dejaron el ataúd en el suelo y observaron cómo el Tío Esteban se levantaba y repetía ¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo!

La noticia corrió velozmente, el tío Esteban se recuperó y volvió activar el carrusel. Pero nunca más le dijeron Tío Esteban, desde ese momento comenzaron a decirle Tío Vivo.

 

Referencias Bibliográficas:

https://www.gustavomirabal.es/gustavo-mirabal/el-verdadero-gustavo-mirabal-castro/

https://www.gustavomirabal.es/uncategorized/gustavo-mirabal-en-el-mundo-ecuestre/

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https://www.miradormadrid.com/origen-nombre-tiovivo/

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https://es.wikipedia.org/wiki/Carrusel

https://www.miradormadrid.com/origen-nombre-tiovivo/