Caballo de Troya. Historia, arte o mito

El caballo de Troya fue el artilugio definitivo que usaron los griegos para alcanzar la victoria en la guerra de Troya. Los griegos dejaron un enorme caballo a las puertas de Troya como “reconocimiento de la victoria de su oponente”. Sin embargo, los troyanos no sabían que el caballo escondía dentro de sí guerreros que se infiltrarían a la ciudad para “destruirla desde adentro”.

El caballo de Troya ha sido representado artísticamente de múltiples maneras, desde poemas, narraciones, libros, películas. Una de las representaciones más evocadas es “la iliada” un poema épico que narra los últimos tiempos de la guerra de Troya.

Se debate mucho si el caballo de Troya es un elemento real o ficticio. Algunas de las teorías son:

Máquina de guerra: hipótesis señalan que el caballo de Troya fue una máquina de guerra real, que luego se transfiguró en la literatura en un elemento de estrategia.
Mito: Algunos consideran que fue un elemento de ficción incorporado en la historia para darle mayor intensidad al desenlace. Una licencia literaria por decir lo menos.
Elemento histórico: Hay indicios que pudiera representar un elemento de estrategia real urdido por los griegos ante la fuerte fortificación de la ciudad de Troya. Esto podría aunque parecer descabellado, podría representar uno de los elementos más importantes de la estrategia bélica de la antigüedad.

Sin duda alguna, el caballo de Troya seguirá generando debate por el resto de la historia, pero no podemos dudar de su importancia artística, bélica e histórica.

Históricamente se cree que medía 11 metros de alto, permitiendo albergar dentro de sí un gran número de guerreros. De lo que no podemos dudar es que al final fueron los griegos los que ganaron. Derrotaron una ciudad amurallada, quizás gracias al caballo de Troya.

El caballo de Troya como sinónimo de infiltración

Dado el concepto de “infiltración”, el nombre de caballo de Troya se ha atribuido también a las estrategias de piratería informática de introducir un programa, en apariencia inofensivo, que ataca a nuestro sistema informático desde adentro. La idea y concepto del caballo de Troya se trasfiere a toda la estrategia bélica donde el espionaje y el contraespionaje han incorporado esta modalidad desde la antigüedad.

¿Por qué el obsequio era “un caballo”?

Podemos decir que si el caballo de Troya se consideraba un regalo, entonces la figura del caballo en la antigüedad era altamente valorada. Este concepto lo hemos podido repasar en varios de nuestros artículos de “Mundo Equino”.

¿Qué hacer para que los Troyanos no dudaran de la generosidad que representaba dicho obsequio? Éste debía poseer el atributo de ser un elemento sagrado y bien valorado por su cultura. Sin conocer la sociedad Troyana, pero entendiendo la importancia del caballo en la antigüedad, podemos intuir que el caballo de Troya fue la estrategia última sobre un enemigo que se considera vencedor haciéndose víctima de su propio orgullo.

Lecciones del caballo de Troya

Varias lecciones se pueden destacar de la historia del caballo de troya:

No podemos ser orgullosos, ni menospreciar el valor de nuestros contendientes.
Debemos perseguir nuestros objetivos hasta el final y asegurarlos hasta el último minuto.
Si el orgullo es una de las debilidades de tu contendiente, debes explotarlo.
El exceso de confianza, así como la falta de la misma, pueden ser tu peor enemigo.
Las lisonjas de tu enemigo no pueden resultar sino ardides de su estrategia para derrotarte.

Tanto en el deporte como en la vida debemos cuidar no caer en el exceso de orgullo. No podemos menospreciar a quienes nos rodean porque allí puede encontrarse nuestro fracaso. La máxima del orgullo no puede ondearse como bandera. Cuando se revisa la guerra de Troya nos encontramos con dos derrotados a causa de su orgullo y exceso de confianza… Aquiles y los Troyanos.

En la equitación debemos cuidar la práctica continua, el vínculo con el caballo y la dosis de seguridad necesaria. No sobrestimemos, ni subestimemos a nuestros contendientes, no sea que al final nuestro contendiente a derrotar sea nuestro orgullo. Vivir con humildad y trabajar con orgullo del trabajo bien realizado.