Artículo #43 de la serie:
Gustavo Mirabal en Venezuela
Unidos en el recorrido por espacios marabinos.
Esta vez nosotros nos unimos a los tres viajeros que están recorriendo el país, en búsqueda de aventuras, experiencias hípicas y acontecimientos y tradiciones populares.
Bajo un sol radiante y aprovechando que era muy temprano y no empezaba todavía el calor sofocante de estos lares salimos a caminar y no podíamos perdernos conocer en primer lugar, la emblemática Plaza Baralt de Maracaibo.
Buhoneros y mercados en este espacio de la ciudad
María Gabriela, Gustavo y la abuela Isabel Teresa, son incansables. Los encontramos en la Plaza Baralt, luego de estar en el malecón. Un gran bullicio y movimiento se percibe en la entrada.
Más adelante el paso se despeja y aparecen algunos buhoneros con muchos años trabajando en el mismo sitio; y las tiendas que abren sus puertas a los que pasan, a los “marchantes”, como les dicen allí.
Pero la agitación no sólo es en este sitio, también la verán en el mercado Las Pulgas o cuando pasen por El Callejón de los Pobres. Antes en esta plaza se encontraban comerciantes, piragüeros y compradores de la Maracaibo vieja. Hasta aquí llegaba el Lago, cerca de ese viejo convento franciscano construido en el siglo XVI en el lugar donde están los tres ahora.
También el Mercado de las Pulgas se convierte en un espectáculo para los visitantes de Maracaibo. Para los maracuchos,ésto forma parte de su cotidianidad.
El mercado de Las Pulgas
El origen del nombre de la Plaza Baralt
-¿Siempre se llamó así esta plaza? -pregunta María Gabriela.
Una señora que está sentada en un banco de la plaza, les responde.
-No siempre se llamó así niña, primero fue La Plazuela, más tarde Plaza de la Convención y Plaza de San Francisco, luego recibió el nombre de Boulevard Baralt, en homenaje al poeta Rafael María Baralt y, finalmente, sólo Plaza Baralt. Esta plaza fue testigo de los grandes acontecimientos de la ciudad.
Gustavo quiere conocer más…
-Señora, por favor, cuéntenos más -pidió Gustavo, quien ya parecía estar enamorándose de la historia del Zulia, particularmente de Maracaibo, sentándose a su lado en la banca e invitando con un movimiento de cabeza a su abuela y a María Gabriela, quienes inmediatamente se apretujaron a su lado para escuchar a la señora.
-Aquí funcionó, en lo que hoy es el Centro de Arte de Maracaibo o Lía Bermúdez, como también se le conoce, el Mercado Principal. En este sitio se construyó el primer edificio de varios pisos.
-¡Caramba! Cuántas cosas interesantes.
Entre asombros y descubrimientos en la ciudad
-Pero no sólo eso. Desde aquí fue lanzado el primer vuelo en globo, circuló el primer automóvil de tres pedales y la primera línea de carros de plaza. Además, funcionó la primera bomba de gasolina. Todo esto les comentaba la señora de la plaza.
-¿Te fijas Gustavo, cómo aprendemos viajando? Además del mundo de la hípica podemos aprender sobre otros temas. Aquí también hay un hipódromo. Recuerdas que cuando vinimos por primera vez nos hablaron sobre ello -expresó seria María Gabriela.
El tranvía de Maracaibo
A todas éstas y sin hacerle mucho caso a María Gabriela, Gustavo que está más curioso que nunca, salió corriendo a observar de cerca algo que le llama la atención y grita.
-¡Abuela, María Gabriela, vengan a ver, aquí hay unos rieles!
Tranvía antiguo de Maracaibo
-Eran del tranvía. Hay fotos donde pueden verlo cargado de pasajeros como los microbuses de hoy -sigue contándoles la señora.
La réplica del tranvía
-Fíjense que en la actualidad, hay una réplica del tranvía, que recorre algunos puntos de importancia histórica y cultural, del casco central, evocando anécdotas, imágenes y recuerdos de Maracaibo, que el chofer va narrando amenamente.
Réplica del tranvía de Maracaibo
¿Es verdad que en Maracaibo también hay un metro como en Carcas?
María Gabriela y Gustavo seguían conversando con la señora de la plaza y no paraban de hacerle preguntas
-Señora ¿es cierto que en Maracaibo también hay un Metro como el de Caracas?
– Bueno es un proyecto, se hicieron unas primeras gestiones y todavía estamos esperando
Cómo aprendemos tanto sobre una ciudad…
-Señora, ¿cómo sabe usted tanto del Maracaibo?-preguntó María Gabriela.
-Tengo mis hijos y mis nietas que han estudiado y me enseñan muchas cosas y por otra parte tengo más de 35 años en esta ciudad y lo más importante, soy maracucha de pura cepa.
Todo esto me ha permitido aprender muchas cosas, pero todas y todos los ciudadanos y ciudadanas estamos en la obligación de conocer el país y especialmente la región donde vivimos. Para eso requerimos hacer turismo como ustedes y como lo hacen otras personas.
-¡Qué bonita es esta ciudad, a pesar de que hace tanto calor! Muchas gracias -y le apretaron calurosamente la mano.
Los nombres de los maracuchos
– ¡Ahh, señora, disculpe! Ni siquiera nos hemos presentado. Yo me llamo Gustavo
– Y yo, me llamo María Gabriela
– Y yo, soy la abuela de estos muchachos tan conversadores. Me llamo Isabel Teresa.
– Bueno, mucho gusto. Yo me llamo Caléndula del Mar.
La señora se dio cuenta de la cara de sorpresa de los muchachos al escuchar su nombre.
– Muchachos así somos los maracuchos, nos encantas estos nombres un poco raros. Jeje, sonrió la señora Caléndula del Mar. Si yo les contara… Tengo un tío que se llama Currutaco.
-¡Jajaja! Todos se rieron estruendosamente- ¡Qué cómico! Dijo María Gabriela.
Se despidieron de la señora de la Plaza Baralt y continuaron su camino, y visitaron otros lugares de Maracaibo.
Nos contaron que…
La Primera Sección del Tranvía de Maracaibo, administrada por la empresa “El Cojo”, se inauguró en octubre de 1884 con dos carros y 18 bestias de tiro para un recorrido de tres kilómetros. Iba del mercado público a Los Haticos. El segundo trayecto fue inaugurado en 1886 y cubrió los tres kilómetros de distancia que iban de la Plaza Baralt al Empedrao, en Santa Lucía.
El Empedrao, Estado Zulia
Tres años después llegó hasta El Milagro. Luego fue inaugurada otra línea que iba del mercado hasta el nuevo cementerio de Las Delicias. Todas las líneas convergían en el centro de la ciudad.
Gustavo y María Gabriela se dedicaron a escribir.
Cuando llegaron a la casa donde se hospedaba, María Gabriela y Gustavo se dedicaron a escribir sus notas y reflexiones. Cada cual con la modalidad que desarrolla en cada uno de sus viajes.
Gustavo escribió con detalle todo lo que había descubierto en la Plaza Baralt y lo que le contó la señora Caléndula del Mar, hizo como unos esquemas y una especie de plano y al concluir escribió en su libro de notas: “Lo único malo es que no vi caballos por ninguna parte”.
Finalmente María Gabriela escribe su diario
Mi querido diario. Este paseo por la Plaza Baralt de Maracaibo ha sido muy interesante. Nos encontramos con una señora que nos explicó muchas cosas y nos habló del tranvía, nos invito a revisar unas fotos antiguas. Parecía una guía turística y fue muy amable con nosotros. Tiene un nombre llamativo, bueno un poco extravagante, se llama Caléndula del Mar.
Ella dice que los maracuchos suelen ponerles nombres raros a sus hijos y ahorita me estoy acordando que mi abuelo tiene un amigo maracucho que se llama Crispino del Carmen. ¡Jaja! Qué divertido es esto. Nos dio mucha risa cuando ella nos habló de su nombre y de otros nombres de los maracuchos.
Hasta mañana querido diario, me voy a dormir. M.G.
REFERENCIAS BIBLIÓGRÁFICAS
https://www.gustavomirabal.es/gustavo-mirabal/el-verdadero-gustavo-mirabal-castro/
https://www.gustavomirabal.es/uncategorized/gustavo-mirabal-en-el-mundo-ecuestre/
https://www.gustavomirabal.es/equitacion/el-hipismo-en-venezuela-tiene-nombres/
http://gustavomirabalcastro.online/
https://www.instagram.com/gustavomirabal.es/
https://www.linkedin.com/in/gustavomirabalcastro/
https://twitter.com/gmirabalcastro2
http://about.me/gustavomirabal