Artículo #34 de la serie:
GUSTAVO MIRABAL EN VENEZUELA
Conociendo el misterio de la carretera
La carretera del Páramo tiene un halo misterioso que nos produce sentimientos encontrados, pues por una parte nos da una sensación de miedo y por otra parte, nos atrapa la curiosidad por lo que nos podamos encontrar, en medio de la densa neblina y esto, atrapa de forma significativa a los más jóvenes.
Por la ruta de los páramos andinos nos podemos encontrar con historias de mujeres que se aparecen en medio de la carretera, o con caballos o jinetes sin cabeza, o con mujeres que lloran por sus hijos muertos o por los osos frontinos que atacan a las mujeres embarazadas. No es el caso en estos momentos, pero podría ocurrir.
¡Ahora sí, por la vía del Paramo!
Por la vía del Páramo dejando atrás Valera, la Mesa de Esnujaque, a medida que se escala la montaña el frío arrecia, la vía se angosta, se empina, se hace zigzagueante y solitaria. Uno que otro vehículo se cruza por el camino y el autobús se detiene para darle paso. Otras veces gente de pueblo, de cachetes rozagantes, con pasamontañas, guantes, ruanas de colores, y sacos a cuesta, transita la vía, acompañados de sus burros y de sus esperanzas.
Gustavo y María Gabriela viajando en el autobús
Tanto Gustavo como María Gabriela quieren sentarse en el puesto de la ventana. La abuela Isabel Teresa los convida a compartir… mientras un vecino amable, les cede su puesto, porque él ya conoce la vía.
A medida que el clima refresca, la montaña cambia su fisonomía, se observan zonas de gran verdor y, de tanto en tanto, pequeños bosques de pinares, eucaliptus y laureles; casas aquí, siembras allá. María Gabriela quiere cerrar la ventana, pero la abuela le aconseja dejarla abierta y ponerse la ruana, para llenarse los pulmones con el aire mágico de estas montañas.
El paisaje los atrapa
Por fin, se ven las montañas amesetadas, frecuentes en el paisaje paramero. Y sobre sus terrazas una que otra casa pintoresca, de colores azules, rosados, blancos, tonos claros para que traspase el sol; murallas largas y empedradas sostienen las laderas; burritos gordos y peludos, imponentes perros Mucuchíes como Nevado y rebaños de lanudas ovejas corretean por caminerías y muros de piedras.
-¡Qué montañas tan grandes! Nunca había visto tantas y
tan de cerca, comenta María Gabriela.
-¡Sí!, son propias de esta zona andina.
En su parte plana, vive la gente y siembra.
Gustavo sueña hacer este viaje a caballo
Este muchacho, soñador y amante de los caballos, no puede dejar de imaginarse
cómo sería dar todo ese paseo por los pueblos del estado Mérida, pero a acaballo.
Le dijo en varias oportunidades a la abuela Isabel Teresa que si por él fuera,
se bajaría del autobús y se iría a caballo. Estaba impresionado por los caballos
que veía por la carretera y porque además habían muchos espacios turísticos
en los que organizaban paseos a caballo.
La verdad, en todos los pueblos, ellos no sólo veían caballos, también
veían mulas y burros. Es decir, se encontraron con una variedad de fauna equina.
Ciertamente, cuando viajamos por estos pueblos, no sólo llama la atención la
presencia de estos animales, sino que aparecen envueltos por un carisma
mágico en medio de la neblina y en estos pueblos pintorescos y solitarios.
El origen del nombre de Los Andes
-Por cierto, yo leí que esta forma de cultivo en terrazas, formando ¨Andenes¨ le dio el nombre de ¨Andes¨ a esta región, refiere Gustavo.
-¡Así es! y viene de nuestros parientes, los ¨Timoto¨ y los ¨Cuicas¨, que fueron algunas de las culturas primigenias que habitaron esta zona, mucho antes de la llegada de los españoles –asiente la Abuela Isabel Teresa, reflexiva y sonriente.
La agricultura y sus trabajadores
-Tenían talento para la agricultura y cultivaban en especies de conucos, alrededor de los cuales estaban las aldeas. Lo que se sembraba era para consumirlo y para todos los de la aldea. Si sobraba se guardaba para épocas de escasez, pues también construyeron obras para conservar sus alimentos.
Pero con la llegada de los españoles todo cambió: la propiedad pasó a ser individual, nuestros hermanos trabajaban demasiado y como muchos se rebelaron, los sacrificaron… ¡Pero los tiempos han cambiado! Y ahora disfrutemos del paisaje del páramo.
El frío entumece los huesos y crecen los precipicios
Continúan ascendiendo y el frío arrecia, se entumecen los huesos y todo el cuerpo. Se aprecian profundos farallones, de vegetación escasa e irregular, predominan los tonos verde-grises, los árboles y arbustos enanos, las rosetas gigantes, las hierbas erectas y el característico frailejón paramero, de tallos y hojas peludas y flores amarillas, algunos enanos, otros gigantes.
Aparecen los pueblos de callecitas empinadas
El autobús recorre pueblos, callecitas empinadas, algunas de piedras con hierbas en las junturas, casas pegaditas, de colores infantiles, ventas de chocolates, ponches, comidas, artesanías y vestimentas.
¡Pueblos Andinos, de leyendas y tradiciones!, pensó la abuela Isabel Teresa, mientras miraba por la ventana. ¡Qué divinidad!
Ahora, Timotes, luego Chachopo, después La Venta, en el Monumento al ¨Paso del Cóndor¨, uno de los lugares más altos de la carretera, a más de 4.000m por donde pasó Bolívar en su Campaña Admirable, el autobús hizo una parada.
Allí se bajaron y comieron sabroso: arepas de trigo, queso ahumado, pastelitos, pizca y tomaron chocolate caliente.
Hacia Apartaderos y el entusiasmo de Gustavo y María Gabriela
Luego siguieron hacia Apartaderos, uno de los más altos pueblos venezolanos, ubicado a unos 3.340m. En ¨Llano Del Hato¨ está el Observatorio Astronómico más importante de Venezuela, Gustavo lo quiere conocer. También quiere volver al ¨Paso del Cóndor¨ e ir a Mucuchíes a ver el monumento a Nevado, Bolívar y Tinjacá.
María Gabriela quiere ir al Teleférico, ¨¡El más alto del mundo!, ¡ella nunca ha visto la nieve, y no se la puede perder!¨. La abuela agrega ¨El monumento a Luz Caraballo¨, el Mercado Principal de Mérida, la Laguna de Mucubají y a comer truchas. Este es el itinerario inicial, Gustavo lo apuntó en su ¨Libreta de Notas¨.
Entonces llegaron a Apartaderos, a orillas de la carretera, donde se encuentra al Monumento a Luz Caraballo, allí se encontrarían con unos viejos amigos de La Abuela Isabel Teresa, y dueños de una posada de precios solidarios en donde se hospedarán.
María Gabriela y Gustavo, no paraban de conversar, recordando todo lo que habían visto en el paseo por los pueblos y aunque los vencía el cansancio y al día siguiente deberían continuar su itinerario. Gustavo se apartó un rato para escribir unas notas en su cuaderno de viajes y María Gabriela se inspiró para escribir en su diario.
Las reflexiones de María Gabriela cuando escribe su diario
Querido Diario
Tengo tantas cosas que contarte el día de hoy, ahorita en este momento, ya tengo loas manos calientes, porque las tenía entumecidas por el frío… Pero estoy tan feliz en este paseo.
Me ha parecido todo muy bonito. Me han gustado los pueblos, los
paisajes del camino, el frío, la niebla, la comida, la gente. ¡Uf! Todo, toditito me ha encantado.
Ahhha!! No puedo dejar de comentarte que Gustavo también lo disfrutó mucho, pero como siempre, él quiere que viajemos a caballo para todas partes. Si por él
fuera no viajaríamos en carro, ni en autobús, ni en avión, iríamos para todos lados montando a caballo. ! Por Dios! No puedo con él! …
Pero sabes una cosa, querido Diario, nosotros hemos disfrutado mucho, es verdad, pero la abuela Isabel Teresa está fascinada. Estoy tan feliz por ella…
Le brillan los ojos como si fuera una muchachita, o como si estuviera enamorada y claro que lo está. Está enamorada de su tierra.
Bueno, hasta mañana Diario querido, mañana continuaremos viajando.
REFERENCIAS BIBLIGRÁFICAS:
http://gustavomirabalcastro.online/
https://www.instagram.com/gustavomirabal.es/
http://about.me/gustavomirabal