A galope tendido con la imaginación
Hemos sabido desde siempre, lo productiva que puede llegar a ser la imaginación infantil. Cómo vuela ese imaginario a la edad de cuatro o cinco años. Nos sorprenden los niños con sus comentarios, con sus respuestas. Cómo nos motivan para hablar de su creatividad.
Lo cierto es que no perdemos la capacidad de asombro frente a la infancia. Por ello encontramos ese mar infinito de relatos y de poesía. En las expresiones de la literatura escrita para niños, se suele encontrar la figura del caballo en muy variadas y versátiles dimensiones.
A continuación nos dedicaremos a comentar sobre la riqueza imaginativa de una niña muy especial. Una niña que le tenía miedo a los caballos y que en una tarde, cuando miraba las nubes, da el primer paso para vencer este miedo.
“La niña que soñaba”
Este es el título de un cuento de Rosario Anzola. Escritora venezolana, que nació en Barquisimeto y lo pone música a todo lo que hace, porque además es cantante y compositora. Es profesora de literatura infantil y hacedora de proyectos de creatividad y motivación para niños y niñas y para adultos también. Este relato comienza así:
Una vez hubo una niña que le tenía mucho miedo a los caballos. Un día estaba mirando el cielo del patio y vio que las nubes se habían congregado en una alegre fiesta de rosados… Había distintas formas y colores, desde blancas con ramalazos rosa hasta unas nubes larguruchas que mostraban sus morados… (Anzola, 1983:16)
Descubriendo al “Caballo de las nubes color de rosa”
Ya se le iban cansando los ojos, de tanto mirar y mirar, cuando de pronto apareció, ante su propio asombro, un radiante caballo que le hacía cabriolas desde una nube polvorienta. La niña, que soñaba, se apoderó de él y (con el consentimiento de la muñeca que llevaba en los brazos) le dio el nombre de “Caballo de las Nubes Color de Rosa”.
Soñando, soñando… Tratando de convencer al caballito de las nubes
Desde este momento la niña se pone en contacto con ese personaje que le motiva y le inquieta. La niña que soñaba, se muestra impetuosa y parlanchina y decide hablarle. Le pide que la lleve a pasear, pero el caballo se hace de rogar y no responde. Luego, la niña que soñaba le solicita al “caballo de las nubes color de rosa” que baje hasta la tierra para que forme parte de su familia y se quede con ella en casa. Le dice que ella le acondicionará el espacio del jardín.
Promete darle abrigo y adornarlo con muchas cintas de colores y agregar cascabeles a sus crines para que siempre esté contento y a la vez llene de alegría todos los confines de su casa y de su barrio. Pero el caballo de las nubes color de rosa no responde nada, permanece en absoluto mutismo.
El caballo de las nubes color de rosa rompe el silencio
Después que la niña habló y habló y habló hasta cansarse. Por fin, este caballito silencioso decide contestarle a la niña y le dice algo así como… “Me gustaría mucho llevarte a pasear, pero no puedo porque aunque no me lo creas, yo soy el caballo que pasea a las estrellas”. Y además le dice que las estrellas se acicalan para él y que son muy celosas. La niña se puso un poco triste, pero aún así siguió hablando y tratando de convencer al caballo, mientras éste le hacía cabriolas entre las nubes.
Para superar el miedo, mejor un caballo de verdad
La niña no se daba por vencida y seguía sonriéndole al caballo y haciéndole guiños con la mirada, pero nada que ver, el caballo de las nubes color de rosa no se dejó convencer por la niña que soñaba.
Cuenta Rosario Anzola que al final la niña ya estaba cansada de tanto mirar par el cielo y ya estaba comenzando a caer la tarde, cuando de pronto el caballo desapareció entre las nubes. Entonces la niña que soñaba se levantó del banco en el que estaba sentada abrazando a su muñeca y aunque ya no veía al caballo, le dijo con voz muy fuerte y decidida:
Bueno, no me voy a entristecer por eso… Yo creo que te robó alguna estrella. Además no hubiera podido montarte porque eres solamente un caballo de aire, de puro aire. Y hay que ver lo que debe ser caerse desde tan lejos. Si algún día monto un caballo, me monto en uno de verdad…Así me dé mucho miedo (Anzola, 1983:17)
Qué forma tan extraordinaria de enfrentar el miedo y de asumir decididamente seguir adelante, venciendo los obstáculos para alcanzar un sueño…
El sueño es parte de la vida
Como dice la autora del relato, a los cuatro años el sueño es parte de la vida, Pero como adultos y como adultas, algunas veces podríamos pensar que tenemos cuatro años. A final de cuentas, el sueño forma parte de la vida y no nos costaría mucho pensar de vez en cuando y de cuando en vez, que aún tenemos cuatro años.
Podríamos pensar en ello para recorrer algunos caminos de la infancia y para reflexionar sobre la importancia de alimentar el desarrollo de la imaginación infantil.
Lo que vivimos, creamos y aprendemos en la infancia nos queda como legado para toda nuestra existencia.
En este aprendizaje, las imágenes, los íconos que envuelven nuestra experiencia se convierten en los compañeros que marcan las pautas del sentir, del quehacer, de las búsquedas de todas las personas.
Caballos, lugares comunes e imaginación
He aquí la importancia de esa frase que se ha vuelto lugar común para mucha gente: “Hay que dejar volar la imaginación”… Es cierto, los lugares comunes, se convierten en tales porque están presentes en lo cotidiano, en lo que pensamos, sentimos y decimos todos los días y no hay una verdad más grande que ésta.
Ya lo decía Antonio Machado: “Qué fácil es volar, qué fácil es/ todo consiste en no dejar que el suelo/ se acerque a nuestros pies…” (Machado, 1993:21)
Cuántos caballos y carruseles han marcado la experiencia de los primeros años de vida de personas de las anteriores décadas del siglo XX y de las décadas anteriores.
Hoy en día los caballos tienen una presencia virtual para la mayoría de los niños y las niñas. Pero igualmente valorada, a través de la mirada de los signos culturales de nuestro momento histórico.
Probablemente se necesite alcanzar el equilibrio entre el uso y el disfrute de las nuevas tecnologías de la comunicación y las experiencias tradicionales en las que todos niños y adultos podamos disfrutar de la experiencia de contar y escuchar historias y poder dibujar a través de las palabras esos caballos que atraviesan a galope, los confines del firmamento.
Es posible que necesitemos arroparnos por ese mundo de la imaginación y contemplar nubes que galopan en el cielo, caballos que hacen piruetas y vuelan en lugares muy cercanos a la cotidianidad ya la dura realidad que muchas veces nos envuelve.
Bibliografía consultada
Anzola, Rosario (1983) Siete cuentos en voz baja. Barquisimeto (Venezuela): Fondo Editorial Lara.
http://rosarioanzola.com/publicaciones.html Consulta, 23 de marzo de 2019
http://ramelita.blogspot.com/2008/09/carrusel-de-cuentos_7697.html Consulta 24 de marzo de 2019.
https://rosarioanzolavenezuela.wordpress.com/author/rosarioanzolavnezuela/ Consulta 17 de marzo de 2019
Magia Literaria II para niñas y niños.
En:http://www.escritoresmerida.com.ve/docs/publicaciones/antologias-fundalea/magia-ii.pdf Consulta 21 de marzo de 2019-03-24
Video: Corre Caballito.En:http://www.escritoresmerida.com.ve/docs/publicaciones/antologias-fundalea/magia-ii.pdf