Santuario de caballos en Cuacolandia
Una segunda oportunidad es justo lo que se necesita cuando la vida no es tan buena para los animales. En este sentido, una activista mexicana se dedica a ayudar a caballos maltratados.
Ella está al frente del Santuario de Cuacolandia, un espacio al que llegan caballos víctimas del maltrato y desnutrición.
La dignidad y la vida tranquila y con amor es lo que prevalece en este santuario donde Elena Larrea es la encargada de recibir y velar por cada caballo que llega.
Elena es una mujer que ama los animales, especialmente a los caballos por considerarlos ejemplares que aportan mucho al hombre desde timpos remotos.
Es por ello que no tolera la idea de que existan personas capaces de dejarlos abandonados, amarrados a un poste, en un establo, etc, y simplemente marcharse.
Santuario de caballos en Cuacolandia
Es proyecto surge en Puebla, México, gracias al carisma de Elena Larrea, quien en entrevista para el medio MILENIO, se define a sí misma como una activista en defensa de los derechos de los animales.
“No hay nada más profundo que la mirada de un caballo, los caballos son las ventanas hacia tu propia alma, esa nobleza que tienen no la tiene ningún otro animal”.
Cuacolandia está ubicado en Haras Ciudad Ecológica y es el primer santuario de su tipo en Puebla.
El tipo de caballos que llegan a Cuacolandia
A este santuario han llegado caballos que eran usados como transporte y carga pesada, ejemplares usados en carreras prohibidas, clandestinas.
Asimismo, llegan caballos provenientes de calandrias (usados en carruajes) y carretoneros (aquellos que van arrastando carretas).
Este tipo de caballos vienen de un pasado en el que le ponían una carga más pesada de la que ellos podrían soportar.
Generalmente, son equinos malnutridos, sin vacunar, con su piel herida.
Una necesidad que se hace voz y eco
Al verse solos o maltratados, los caballos se deprimen al igual que su sistema inmunológico.
Sus defensas bajas y la falta de apetito aparece. Lo cual es muy peligroso porque puede generar cólicos y en los caballos son mortales.
Esto se debe a que el estómago del caballo es muy pequeño y los cólicos son más fuertes en ellos. No se pueden comparar con los cólicos humanos.
Cuando un caballo es maltratado su moral se debilita y al igual que su cuerpo, comienza a sentirse deprimido y deja de comer.
Lo que sin duda es muy malo para estos animales. Llegan al punto tal de querer escapar y sin poder hacerlo, finalmente, con el tiempo, si nadie aparece, mueren.
Es por ello que el trabajo de Elena Larrea se convierte en esa voz de los caballos, voz de protesta contra el maltrato animal y al mismo tiempo, es necesario hacerla eco para que más personas se unan a su causa y ayuden a conservar el santuario de Cuacolandia.
Todos los que llegan al santuario son víctimas de maltrato
Lo que tienen en común estos equinos es su pasado como animales víctimas de abandono y maltrato.
Algunos fueron durante mucho tiempo caballos de arrastre mientras que otros inclusive fueron policías y, aún así, los maltrataron o pasaron al olvido.
“Somos un santuario con casi 100 caballos rescatados en diferentes circunstancias de maltrato y abandono, tenemos caballos carretoneros del Estado de México y de las calandrias de Acapulco, tenemos caballos de la Policía Montada jubilados, tenemos caballos abandonados en las calles”, declaró Larrea.
Casi todos los caballos que llegan al Santuario Cuacolandia superan los 18 años de edad, pero hay algunos como El Abuelo que superan el promedio.
Este ejemplar tiene 29 años.
Por otro lado, el más joven en la familia ecuestre de Elena Larrea es un potro al que bautizaron con el nombre más pronunciado en este 2020: El Covid.
Hasta el momento es el único potro nacido como tal en el santuario.
Las condiciones en las que llegan los caballos son deplorables
Lamentablemente las condiciones en las que llegan los caballos a Cuacolandia son deplorables cuenta Larrea.
Sostiene que estos animales llegan con severos síntomas de desnutrición y maltrato.
Al parecer, quienes asumieron en un momento dado la responsabilidad de amarlos y cuidarlos olvidaron su función y los dejaron botados.
“Cuando se logran decomisar o cuando alguien los entrega es porque ya no les sirve, a los caballos de las carreras les inyectan cocaína, clembuterol, la mayoría los hemos recibido en mal estado, un 30 por ciento con desnutrición severa y heridas evidentes, un 10 por ciento en situación alarmante y solo 10 por ciento en buenas condiciones”.
Cuando un caballo no les sirve lo desechan
En el momento en que una persona compra o adopta un caballo debe tener presente que se trata de un animal longevo que necesita muchos cuidados, atención, ejercicio, vacunas, etc.
Así como requiere de revisión veterinatia y por supuesto de dedicación.
Sin embargo, cuando un dueño considera que su caballo ya no le sirve lo desecha.
En este sentido, hay quienes los duermen y otros simplemente los dejan solos y no regresan nunca.
Por ello, se ven caballos de carreras abandonados, equinos que eran usados como medio de transporte en el campo completamente desnutridos.
El santuario de caballos en Cuacolandia necesita apoyo
Ante este panorama tan desolador y desconcertante, Elena Larrea llama a la conciencia ciudadana.
Exhorta a una adopción responsable y pide que se respete la vida así como la dignidad de estos y de todos los animales.
Para ella, es importante resaltar que los caballos han acompañado a la humanidad en diferentes pasajes de su historia, tanto como medio de transporte, hasta para emplearlos en la guerra.
“Necesitamos empezarlos a tratar como seres sintientes, que es lo que son, que sienten placer, que sienten dolor, que sueñan, debemos dejarlos de ver como objeto y si los vas a tener como objeto, mínimo tenerles respeto y darles una buena vida, y si los vas a explotar, mínimo dales de comer”.
A Cuacolandia llegaron caballos rescatados de Ecatepec, Estado de México, como Jarochito y Limón, que aunque aún se muestran temerosos por el maltrato que sufrieron de jóvenes, poco a poco vuelven a confiar en quienes intentan darles una vida digna.
Trabajan en un proyecto autosostenible
A pesar de que esta iniciativa salva vidas, Elena Larrea necesita apoyo, afortunadamente en este momento cuentan con el respaldo de la médico veterinaria Vivián Pérez.
Quien se encarga de la opotuna revisión de los caballos que viven en el santuario.
Sin embargo, para mantener con vida este proyecto es necesario que más personas se sumen a fin de que puedan financiarse.
En este sentido, Larrea explica que están produciendo su propio forraje a fin de reducir gastos.
Acotó que la venta o la adopción de ejemplares tampoco es opción porque se trata de cuidarlos y mantenerlos a salvo:
La activista detalló que incluso, en el espacio donde funciona el santuario de Cuacolandia se podría albergar hasta 300 caballos.
Respecto a qué hacen con los caballos una vez que llegan al lugar dijo:
“No los utilizamos para nada, simplemente llegan a un lugar para tener una vida digna después de haber servido al humano bajo condiciones deplorables toda su vida, simplemente darles un momento de paz, un respiro”.
El santuario se sostiene por bolsillo propio pero necesita de ayuda para mantener en el tiempo
Por ahora Cuacolandia se sostiene del propio bolsillo de sus integrantes y de las donaciones que recibe.
Sin embargo, esperan con ansias que la pandemia concluya para arrancar con otras actividades que les permitirán un mejor panorama económico; no obstante, no bajarán los brazos hasta que el tiempo se los permita, porque el amor a los caballos sigue y seguirá presente.
“No cuesta nada ser bondadoso con un ser más inferior que tú, si la gente fuera más compasiva con todos los animales, están aquí con nosotros, no para nosotros”, enfatizó Elena Larrea.